CAPÍTULO 4. La ciudad pulcra.

3 de noviembre.

     Una de las mejores cosas que tiene la gira es el reencuentro con viejos camaradas. En el concierto del Forum de la Fnac de Principado recibimos la sorpresa de Ángel, amigo ovetense, compañero de habitación y aventuras en el Erasmus de Roma en 2001. Llega al rescate para acogernos en su piso de ambiente estudiantil con Lorenzo el italiano, Roxy, la inglesa y Dana, la gata. La comida caliente es un privilegio que los occidentales acomodados no solemos valorar: después de dos días de dieta de Indiana Jones, la pasta al pesto que hizo Lorenzo sí supimos valorarla. Historias del pasado, proyectos de futuro, canciones de Fabrizio de André y un poco de sidra para celebrar que los caminos de los amigos vuelvan a cruzarse. 

Con Ángel en Oviedo

4 y 5 de noviembre. 

“Es como si no perteneciera a este mundo, como si no existiera… Oviedo es como un cuento de hadas”. Woody Allen. 

     Oviedo es una villa muy luminosa a pesar de la constante nube que la acecha. Desprende ternura hogareña a pesar del aspecto imperial de sus avenidas. Y es muy limpia a pesar de ser española. Hermosas contradicciones de una ciudad encantadora que nos acoge de inmediato entre sus calles antiguas y sus afables paisanos. En Oviedo dimos nuestro primer concierto con el nombre de Debarro cuando nos seleccionaron para el Circuito del Injuve en 2006. Ahora volvemos con la misma ilusión de principiante y que esperamos no perder nunca. 

Oviedo

     Esta vez el concierto es en el Ca Beleño, mítica taberna folk color caoba con una tradición de veinticinco años de conciertos, escenario de madera crujiente, mesas con pintas de cerveza y un público en su mayoría extranjero que agradeció nuestra revisión de canciones populares. En algún momento del concierto, Ángel improviso este dibujo en una servilleta:

 


     Al día siguiente cantamos en La Palmera de Pola de Lena, un bar decorado al estilo colonial cubano en plena cuenca minera. Tras el concierto, entre los ilustres personajes del público nos presentaron, con estas palabras, al “Camarón de Lena”, un señor con algún vino de más y mucho arte que nos cantó estrofas de Camarón y Lole y Manuel con una gracia inolvidable y un entusiasmo digno del ímpetu minero. 

Debarro en Ca Beleño (Oviedo)